La asertividad es el estilo comunicativo, tanto a nivel verbal como no verbal, mediante el cual somos capaces de expresar nuestra opinión, sentimientos o emociones, así como defender nuestros derechos, sin herir ni perjudicar a nadie, y sin someternos a la voluntad de los demás. Una persona asertiva sabe, además, hacer y recibir cumplidos y quejas.
Se encuentra a caballo entre un estilo comunicativo agresivo en el que , por ejemplo, no se usa un tono de voz adecuado, o se impone nuestro criterio, y un estilo de comunicación inhibido o pasivo, en el cual la persona no se expresa por miedo a molestar o a que sea juzgado negativamente.
La asertividad no es un factor innato del individuo, sino una habilidad social aprendida y por tanto modificable. Está relacionada con el grado de madurez de la persona, y muy directamente con la autoestima, pues un estilo de comunicación asertivo es la mayoría de las veces reflejo de confianza en uno mismo y de autocontrol, más que del estado emocional ligado al momento o situación.
La asertividad es un factor clave en las relaciones interpersonales, tanto de la vida personal como laboral, y en el día a día se dan multitud de situaciones en las que se pone a prueba la asertividad personal. Un déficit asertivo, ya sea por exceso (agresividad comunicativa) o por defecto (inhibición o pasividad), puede ocasionarnos frustraciones e insatisfacción.
Cuando una persona consigue ser asertiva, refuerza su imagen a nivel social y la confianza en sí mismo, de forma que la consecución de sus objetivos a través de las relaciones interpersonales le resultará más fácil al estar estas basadas en el respeto mutuo.
Una situación típica que suele requerir de nosotros un estilo asertivo es cuando estamos esperando una cola y alguien se nos cuela, o cuando un comercial intenta vendernos algo que no nos interesa.
Algunas claves para desarrollar la asertividad:
- Utiliza un tono de voz adecuado. Un tono demasiado agresivo o inhibido quedaría, como se ha explicado anteriormente, fuera del estilo asertivo.
- Mantén el contacto ocular, pero no de una manera desafiante.
- Valora la situación así como la idoneidad de una respuesta asertiva. Quizá no sería muy apropiado emplear todas nuestras estrategias asertivas si, por ejemplo, estamos siendo víctimas de un atraco.
- No seas impulsivo al lanzar tu mensaje, no te dejes llevar por las emociones derivadas de la situación, intenta ser racional.
- Escoge mensajes directos y concisos.
- Utiliza la primera persona para expresarte: «yo creo», «yo pienso».
- Escucha activamente a tu interlocutor.
- Expresa tu opinión y tus deseos.
- Aprende a decir «no» cuando algo no te interese o cuando no estés disponible.
- Realiza críticas constructivas, no destructivas. Así mismo, aprende a recibirlas, asume tus errores sin permitir que nadie te juzgue por ellos.
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